17 julio 2012

LA IGLESIA DEBE PREDICAR LA JUSTICIA Y LA VERDAD | VIS noticias - Oficina de Prensa de la Santa Sede



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Ciudad del Vaticano, 15 de julio de 2012 (VIS).-Benedicto XVI visitó esta mañana la ciudad italiana de Frascati, cercana a su residencia estival de Castel Gandolfo. El beato Juan XXIII estableció en 1962 que los cardenales suburbicarios de esa diócesis mantuviesen el título de la misma, mientras la atención pastoral se confiaba a un obispo residencial. El titular es actualmente el cardenal Secretario de Estado Tarcisio Bertonel que concelebró con el Santo Padre. La de Benedicto XVI es la cuarta visita de un pontífice a esa diócesis, tras la realizadas pro Juan XXIII en 1959; Pablo VI, en 1963 y Juan Pablo II, en 1980.



El Papa fue recibido por el alcalde de esa localidad, Stefano Di Tommaso e por el obispo Raffaello Martinelli. Después de entrar en la catedral para adorar al Santísimo, Benedicto XVI, celebró la Misa en el atrio del templo, dedicado a San Pedro, que preside la plaza del mismo nombre.



Siguen fragmentos de la homilía del pontífice:



En el Evangelio de este domingo, Jesús toma la iniciativa de enviar a los apóstoles en misión(...) El hecho de que Jesús llame a algunos discípulos a colaborar directamente en su misión, manifiesta un aspecto de su amor: no desdeña la ayuda que otros hombres puedan aportar a su obra; conoce sus límites, sus debilidades, pero no los desprecia, es más, les confiere la dignidad de ser sus enviados. Jesús los envía de dos en dos y les da instrucciones (...) La primera atañe al espíritu de desapego: los apóstoles no pueden estar apegados al dinero y a las comodidades. Jesús advierte también a los discípulos de que no siempre serán bien acogidos: a veces los rechazarán; incluso podrían ser perseguidos. Pero no tienen que impresionarse: deben hablar en nombre de Jesús y predicar el Reino de Dios, sin preocuparse por tener éxito (...) El éxito se lo dejan a Dios”.



La primera lectura nos presenta la misma perspectiva, mostrándonos que, a menudo, los enviados de Dios no son bien recibidos. Es el caso del profeta Amós, (...) que predica con gran energía contra las injusticias, denunciando sobre todo los abusos del rey y de los potentes, abusos que ofenden al Señor y hacen vanos los actos de culto. (...) Por tanto, ya sea aceptado o rechazado, Amós seguirá profetizando y predicando lo que Dios dice y no lo que los hombre quieren escuchar. Este sigue siendo el mandato de la Iglesia, que no predica lo que los poderosos quieren que les digan. Su criterio es la verdad y la justicia, aún en contra de los aplausos y los poderes humanos”.



La otra indicación muy importante del pasaje evangélico es que los Doce no pueden contentarse con predicar la conversión: la predicación tiene que estar acompañada, según las instrucciones y el ejemplo de Jesús, por la curación de los enfermos. Curación corporal y espiritual. Jesús habla de la curación concreta de las enfermedades (...) y de purificar la mente humana,(...) de limpiar los ojos del alma que están oscurecidos por la ideología y por eso no pueden ver a Dios. No pueden ver la verdad y la justicia (...) La misión apostólica tiene que abarcar siempre los dos aspectos de predicación de la palabra de Dios y de manifestación de su bondad con gestos de caridad, de servicio y de entrega.”



El Señor llama a todos, distribuyendo diversos dones para diversas tareas en la Iglesia. Llama al sacerdocio y a la vida consagrada, y llama al matrimonio y al compromiso como laicos en la Iglesia y en la sociedad (...) Dos vías complementarias que se iluminan, se enriquecen recíprocamente y juntas enriquecen a la comunidad (...) El Señor siembra con abundancia sus dones, llama a seguirlo y a prolongar su misión en nuestra época”.



Os propongo que viváis intensamente el Año de la Fe que comenzará en octubre, a 50 años de la apertura del Concilio Vaticano II. Los documentos del Concilio contienen una riqueza enorme para la formación de las nuevas generaciones cristianas. Con la ayuda de los sacerdotes y de los catequistas, volver a leerlos y a profundizarlos (...) Descubrid de nuevo la belleza de ser Iglesia, de vivir el gran 'nosotros' que Jesús ha formado entorno a sí, para evangelizar el mundo: el “nosotros” de la Iglesia, jamás cerrado, jamás replegado en sí mismo, sino siempre abierto y tendiente al anuncio del Evangelio a todos”.



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